Tu respuesta

No había sido nada fácil, el día anterior. Pensó, que hago ahora? (Si es que alguna vez lo supo).
Siguió caminando. A veces, caminar saca lo mejor de nosotros.
En todo su trayecto, se le venían imágenes. Una a una, en secuencia, desordenas pero no paraban de aparecer.
Vio claramente el momento del escándalo. Esa era la imagen que más le pesaba. Intento olvidar por un rato al menos, pero no podía. Entonces se detuvo. Era un buen lugar para parar. Esa era la plaza, su plaza.

Busco el banco que siempre estaba vacío. El que siempre lo escuchaba, cuando se hablaba. Dudo en sentarse.
Nunca había pasado. Nunca había nadie.
Esta vez, sentada estaba una mujer de unos 30 años. Con las piernas bien cruzadas, sus manos se acomodaban sus largas mechas y su mirada se dirigía ahí, al final de la avenida.

Dejo de dudar y se decidió, se sentó. Cerca de ella, pero sin cortar el silencio.
Pasaron 5 o 10 minutos, del silencio mas profundo. Solo alguna frenada de fondo, que mal se maneja en la capy, pensó.

De repente ella se paro, y por primera y última vez, lo miro a los ojos y le dijo:
-Me tengo que ir, espero que al final de este paseo, encuentres tu respuesta. No fue tu culpa. Chau.

El se quedo en silencio. Pero asintió amable y naturalmente con la cabeza.
Siguió un rato más, y luego se fue tranquilo a terminar su recorrida, sabiendo que había encontrado lo que buscaba.

A veces nos cruzamos con gente, que nunca vimos antes. Son desconocidos, pero saben más de lo que imaginamos o podemos imaginar. Aparecen y desaparecen de la nada. Escuchalos, posiblemente tengan la respuesta, que tanto buscas.