Debo confesar algo. Esta bueno guardarse los secretos (son para eso no?), pero contarlos a veces es un acto noble. Talvez salvaje, pero noble al fin.
Tengo unos lentes mágicos (por fuera son marka banana), pero esconden un poder un tanto extraño.
Cuando hago foco (a veces hago, sí), puedo distinguir a la buenas de las malas personas.
Sencillamente, veo a las buenas almas muy nítidas, y endemoniadamente borrosos a los sujetos jodidos (por no decir hdp).
Con este don, escondido en unos simples glasses, me he valido para correrme, acercarme, y detectar todo tipo de acciones a mí alrededor.
Obviamente, me trajo el éxito inmediato. Mucha ventaja, saber de antemano que es lo que te depara la life.
Así, fui exitoso como pocos. Toda mi vida estaba encaminada, siempre, en todo momento.
Nunca tuve lugar para las sorpresas. Nunca me preocupe demasiado por lo que pensaba o suponía, mis lentes se encargaban de ello. Estaba asegurado.
Un día, (años ya, creo), los escondí bien. Venían a laburar a casa y no daba pa’ dejarlos en la mesada de la cocina. Un cajón, es el lugar indicado. Los tape con medias, pañuelos, y alguna que otra corbata que dejé de usar.
A la mañana siguiente, salí rápido como siempre (demasiado), y me olvidé que no los llevé conmigo.
Ya era tarde para volver, seguí directo al laburo.
Inicialmente, me sentí desprotegido, perdido es la palabra más exacta. El día transcurrió, y nada grave había pasado.
Al día siguiente, decidí (no se bien porque), no llevarlos conmigo.
Era una sensación muy rara, mirar a la gente y no descubrir sus intenciones. Las presentía, pero no las veía. Algo nuevo, inédito. Extraño y fascinante a la vez. Ese mismísimo Martes (lo recuerdo patente), tuve muchas sorpresas, muchas buenas y algunas espantosas. Algunos personajes me habían decepcionado, pero otros sorprendido gratamente. No se porque, pero imaginé que los que me habían sorprendido, talvez con mis lentes banana, los vería borrosos. No se bien porque, lo pensé.
Terminó el día, y tuve una sensación única. Por primera vez la vida me sorprendía. Las cosas no eran siempre predecibles. Lo bueno y lo malo, pasaba y yo debía usar algo mas que unos lentes para defenderme.
Nunca los volví a usar. Mi vida, va y viene. Sube y baja. Nunca es igual.
Esto es lo increíblemente hermoso de vivir. De no saber que es lo que va a pasar. De no saber, el final de la película, antes de la función. Sin red. Así estoy.
Reconozco, que muchas veces me tenté, de ir a buscar mis lentes (al menos por unas horitas), pero no.
Prefiero seguir así. Prefiero no tener ventaja. Prefiero disfrutar y sufrir (si es necesario).
Prefiero ser yo el que se equivoque o acierte.
La vida, después de todo, es eso.
Es encontrar y seguir el camino, y no que el camino lo hagan por vos.
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6 years ago